Espectáculo de teatro-foro donde se desarrolla la obra y posterior foro con los participantes.

La obra (despojada de rubros escenográficos, lumínicos y sonoros) toma como punto de partida el tópico del encierro. Se piensa en ese estado tanto por lo que denota como por lo que connota. El encierro físico, emocional y psíquico, el encierro voluntario o involuntario. Se lo concibe como un estado de sujeción que imposibilita el movimiento o lo coarta. El estado de encierro como motivador de un encuentro esencial con nuestro propio ser disperso. Pero también el encierro como expresión de nuestros miedos, de aquello que no nos atrevemos a resolver, y que se manifiesta metafóricamente en la imagen de una puerta que no nos atrevemos a abrir; o que asumimos clausurada para siempre.

Desde esta perspectiva la obra plantea la imagen de un submarino averiado a trecientos metros de profundidad, habitado por cinco submarinistas a los que les quedan 25 minutos de oxígeno. Se propone explorar la dimensión metafórica de la imagen de submarino y de los submarinistas que, bajo la situación de urgencia-emergencia, se encuentran instados a buscar la supervivencia, la resistencia, la salida.

El título hace referencia al tema central de la pieza, puesto que en ella se propone que los 25 minutos reales que dura la obra, coincidan con el tiempo del que estos submarinistas disponen para hacer que algo cambie, para descubrir cómo fue que llegaron a esa situación y tal vez concluir que es en ellos mismos en quienes está la posibilidad de salir. Sus vivencias personales sugieren un estado de límite que se materializa en ese “estar sumergido”, por lo que habitar el submarino puede ser una transfiguración de una situación emocional, vivencial que los condujo a ese límite.