Anna Fierling, más conocida como Madre Coraje, encuentra en la guerra la mejor ocasión para comerciar. Junto a sus hijos, tira de su carreta con mercaderías como si tirara de la historia misma, en donde el estado de guerra se ha naturalizado hasta convertirse en el estado permanente de las cosas.

“Las guerras son como todas las guerras: se mata, se saquea, y, si se puede, se viola un poco…”, le hace decir Bertolt Brecht a El Cocinero, en su mayor obra de 1939: “Madre Coraje y sus hijos.”, donde retrata la Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648) como metáfora de la Primera y Segunda Guerra Mundial (1914 – 1945) y de todas las guerras que fueron hasta hoy, en que asistimos a genocidios por televisión y a matanzas por redes sociales.

Un alegato antibélico que no pierde vigencia ni actualidad, al desnudar y exponer la causa real de todas las guerras: la desigualdad.